
Muchos años han pasado ya desde que los españoles fundaran nuestra ciudad, aunque no lo hayan hecho precisamente aquí. Sucede que allá por enero de 1539 se realizó dicha fundación, pero a unos kilómetros de lo que ahora es la ciudad de nuestros amores y desamores. Ese primigenio lugar se llama ahora Huamanguilla y es un lugar bastante frío, no solo por la altura sino por lo expuesto que está a los gélidos vientos del atardecer, sea en verano o en invierno.
Sucede que el primer libro del Cabildo de la Ciudad de San Juan de la Frontera (nombre con que se fundó la ciudad) se perdió, por lo que hasta ahora no se tiene la fecha exacta de fundación. De acuerdo con Cieza de León, ello ocurrió el 9 de enero de 1539, aunque en el mismo libro del Cabildo de Huamanga y en trabajos de investigación posteriores aparecen otras fechas como el 29 de enero, el 28 de febrero y el 7 de marzo de 1539. En fin, la fecha de fundación es territorio donde diversos historiadores se han estado y se siguen agarrando a pañuelazos, cosa divertida y digna de verse.
Lo que no se perdió fue el segundo libro del mentado Cabildo. Y ahí consta que los españoles fundadores se juntaron el 1 de abril de 1540 y, basados en algunas exploraciones, discutieron si quedarse en el mismo lugar o refundar la ciudad en los parajes denominados Cochas o Chupas. Como sucede generalmente en estos casos, no hubo acuerdo, por lo que se nombró una comisión de nueve españoles que debían explorar los mencionados lugares y determinar cuál era el más adecuado. Bueno pues, ni Chupas ni Cochas. Sucede que, en el camino, los exploradores se toparon con el llano de Pucaray y les pareció tan paja el lugar que en su informe recomendaron el traslado a esta zona: nada montuosa, fuerte para la defensa, apacible, de clima templado, etc.
Así, se fundó el 25 de abril de 1540 nuevamente la ciudad de San Juan de la Frontera de Huamanga, en este nuevo lugar. Dos años después, a raíz de la victoria realista sobre los almagristas en el llano de Chupas, el nombre cambió a San Juan de la Victoria de Huamanga. No sé hasta cuándo se llamó así; solo sé que como Huamanga se conoció oficialmente hasta 1825, cuando a Bolívar se le ocurrió cambiarle el nombre a Ayacucho. Pero nosotros somos tercos, y huamanguinos nos seguimos llamando.
En fin, que 470 años han pasado ya y mucha agua ha corrido bajo los puentes. Para muchos de nosotros, aquí es donde queremos hacer nuestra vida y construir nuestros sueños, más allá de la pobreza imperante, sean el desorden al que nos condenan nuestras autoridades y la contaminación que debemos respirar y oir día a día, los que nos hagan tomar a broma cosas como "el sitio es sanísimo, porque ni el sol, aire ni sereno hace mal, ni es húmida ni cálida, antes tiene un grande y excelente temple de bueno..." (Cieza de León, Pedro. En: Huamanga, una larga historia. Lima: CONUP, 1974).
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