lunes, 25 de julio de 2011

De lo militar en la vida civil, o felices fiestas

Se acercan Fiestas Patrias y, para variar, se ha de organizar el Desfile tradicional con tal ocasión, con banda militar, paso de ganso y todo. Y como siempre, me pregunto, ¿no hay maneras, digamos, más civiles de celebrar nuestra independencia? ¿Es este el país solo de Grau, Cáceres y Bolognesi? ¿No es también el país de Mariátegui, González Prada, Palma, Vallejo, Varela, Ribeyro, Vargas Llosa, Lolo Fernández, López Antay, Cubillas, Lucha Fuentes, Claudia Llosa, Watanabe, Gastón Acurio, García Zárate y un largo y casi interminable etcétera?

Pareciera que la lógica militar ha secuestrado el concepto de Patria, al punto que solo podemos celebrar con marchas militares, paso de ganso, escoltas y demás parafernalia militarista. Y lo peor es que dicha lógica ha calado en nuestra mentalidad al punto que solo podemos entender la disciplina como la impuesta verticalmente, que nace de una obligación externa más que de una autoimpuesta. Recuerdo hace unos pocos años, cuando una profesora de un colegio nacional emblemático de este sufrido Ayacucho me contaba que unos cincuenta alumnos de la promoción pasarían el fin de semana en el cuartel "para que aprendan lo que es la disciplina".

Así que eso. Es una necesidad, creo yo, que empecemos a ver las cosas un tanto más civilmente. Las Fuerzas Armadas no son "instituciones tutelares", porque la tutela solo la precisan los menores de edad y creo que, como nación, no lo somos. Empecemos a celebrar nuestra nacionalidad y orgullo con concursos literarios, con corsos artísticos, folklóricos, con conciertos de rock, cumbia, huayno y jazz, con música, parrillada y chelas, con una fiesta, en fin, civil. No quiero decir que sustituyamos la fiesta militarizada, pero más peso a la vida civil pues, que es nuestra cotidianidad. ¿O nos alucinamos Esparta?

No es más patriota el que logra acompasadamente hacer un ángulo de 90 grados con sus piernas. Lo es el que se saca la mierda por este país, porque simplemente lo quiere, cotidianamente. Lo es el que asume que la corrupción, la discriminación y demás vainetillas -chicas y grandes- no son ningún adorno para ninguna nación sino todo lo contrario, lacras, baldones que hay que extirpar por amor a nuestra tierra y a nosotros mismos.

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